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Crítica
Sólo
han pasado entre cinco y seis años desde Festín de Cuervos hasta Danza
de dragones (depende de si lo habéis leído en inglés o
español). Nótese el sarcasmo por favor. Y teniendo en cuenta que Tormenta de espadas se
publicó en el 2000, que cada uno eche sus cuentas. Bien cierto es que como
Geroge R. R. Martin podría decir, en un mundo en el que las estaciones duran
años, nosotros críos del verano, con un ciclo climático más llevadero, de poco
deberíamos quejarnos.
Pero
qué queréis que os diga, yo me quejo. Si pienso en las historias de los últimos
dos libros van entrelazadas, me parece mucho tiempo para tan pocas hojas y
muchas hojas para tan poca trama. Pero me centraré en Danza de dragones. Había leído y oído hablar de capítulos puente para
preparar grandes momentos argumentales y enlazar partes de un mismo relato,
pero es que esto es excesivo.
Se
dan vueltas y vueltas sobre tramas que en los tres primeros libros con suerte
hubiesen ocupado un capítulo. Las historias se retuercen con giros innecesarios
como si Martin tuviese miedo de presentarnos un libro más pequeño. Como si
necesitase presentarnos un volumen enorme para colmar las ansias que la
dilatada espera nos han generado.
Pero
decepciona. Ya no es solo que vayamos con altas expectativas. Es que es de
esperar que cosas que están colgando, y hay muchas, de las partes anteriores y
cuestiones nuevas que se plantean, se vayan resolviendo. Y no es así. Nos
enfrentamos a la versión en papel de la Hidra de Lerna. Por cada línea
argumental que zanjamos (o que al menos lo parece), surgen dos más. Algunas son
débiles y no creo que aporten mucho, pero otras van cargadas de nuevas
ramificaciones que pueden convertir esto en la historia interminable.
Paja
y más paja entre la que por fuerza, encontramos algún grano increíble.
Porque
Martin no es tonto y sabe escribir muy bien y creo que la experiencia de haber
trabajado tantos años en televisión se le nota. Porque está montando un
culebrón en papel que ya quisieran muchos. No os equivoquéis, yo he empezado
esta reseña gruñendo, pero el libro no me ha durado ni cinco días y eso que no
he podido dedicarle todo el tiempo que hubiese querido. Así que enganchar
engancha. No todos los capítulos tienen el mismo nivel y eso en parte es porque
no todos los personajes son igual de carismáticos. Seguro que como muchos soy
ferviente admiradora de Tyron, Daenerys, Jon o Arya. A ellos
se les van a sumar otros catorce habitantes de este mundo de magia y dragones
que está empezando a despertar y todos tienen algo que contar.
No
pasa como en los primeros libros, que era imposible decirse, venga un capítulo
más y lo dejo, siempre había algo más
que necesitábamos saber. Pero hay alguna revelación, algún capítulo… que es
algo digno de leer. No os voy a contar spoilers que a algunos no os gustan y
los curiosos siempre pueden recurrir a google-que-todo-lo-sabe.
Llega
el final de la reseña y buscáis una conclusión. No la tengo.
Creo
que si habéis llegado hasta Danza de
dragones, evidentemente la mayoría de vosotros lo leeréis. Hay demasiadas cosas
que queréis saber y no os conformaréis con leer un resumen o con buscar la
solución a vuestras dudas por ahí.
Queréis
que os lo narren, que os emocionen. Queréis la lucha, en el campo de batalla y
en los susurros y las traiciones. Y queréis el frío del muro y el calor de los
dragones.
Así
que caeréis en la tentación, algunos saldréis satisfechos y otros tremendamente
escaldados. Pero bueno, tenemos un buen período de tiempo para perdonar a
Martin y esperar que con la próxima entrega, nos quite el mal sabor de boca y
nos deje saciados.
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