domingo, 12 de septiembre de 2010

Pobres criaturas



Pobres criaturas, por Alasdair Gray

He aquí el argumento que aparece en la versión española del libro:

Godwin Baxter descubre en la morgue el cadáver de una joven embarazada y decide tratar de devolverle la vida utilizando el cerebro del feto. Lo consigue y crea un extraño ser con cuerpo de mujer y un inocente cerebro infantil, del que se enamora perdidamente un amigo de Godwin. La novela relata las peripecias de la resucitada, una fémina espontánea y sin prejuicios, en el severo mundo victoriano. Un espléndido y desternillante pastiche de la novela gótica.

Pero como me parece insuficiente, aquí dejo la original inglesa, de la que me he tomado la libertad de hacer una pobre traducción al castellano:

¿Qué extraño secreto hacía a la rica, guapa y tempestuosa Bella Baxter irresistible al pobre estudiante de Medicina Archie McCandless? ¿Era su misterioso origen en la casa de su monstruoso amigo Godwin Baxter, el genio cuya voz podía perforar tímpanos? Esta historia de amor verdadero y de osadías científicas lleva al lector de las salas de operaciones privadas del Glasgow victoriano tardío a través de aristocráticos casinos, los bajos fondos de Alejandría y un burdel parisino, para llegar a un clímax interrumpido en una iglesia escocesa.

Leí este libro hace más de un año para una clase de literatura inglesa del siglo XX; sirvió como ejemplo de literatura postmodernista. Aún no sé en qué género clasificarlo, ¿es fantasía?, ¿es humor?, ¿es sátira? Sinceramente, creo que el etiquetarlo le quita parte de su encanto, así que lo dejaremos así hasta que alguien me sepa decir qué es exactamente.

Alasdair Gray juega de nuevo con el concepto postmodernista de “la muerte del autor”*, que podemos asociar en este caso con una técnica particular muy habitual en el siglo XIX a través de la cual el autor se postula como un mero recopilador, y en ocasiones editor, de una obra ya escrita, perdiendo así su posición de poder y su autoridad.

La cadena de mando en Pobres criaturas es la que sigue: Alasdair Gray (1), que compila y edita un viejo manuscrito; este manuscrito pertenece a Archibald McCandless (2), fallecido en 1911, que nos cuenta la parte de su vida que coincidió con la de su amigo Godwin Baxter (3) y con la de Bella Baxter (4), de la que también se han incluido algunas cartas dirigidas a Godwin. Son historias agrupadas dentro de otra mayor, la del argumento principal, con varios puntos de vista y narradores diferentes.

Archibald hace uso en su historia de la intertextualidad** en referencia a novelas góticas como Frankenstein y Drácula, que vuelven de nuevo a poner en duda la verosimilitud que se le había otorgado al presentar Alasdair Gray el relato de McCandless tal como lo hace al principio. Es el lector quien decide si la historia es factible o no; siempre podemos recurrir a las notas críticas e históricas que Alasdair Gray incluye al final del libro.

Es una novela sorprendente tanto por su estructura narrativa como por su estructura física, con cartas manuscritas, dibujos e ilustraciones, algunas tomadas de Anatomía de Gray –y no, no me refiero a la serie de la cadena ABC.

Altamente recomendable; leedlo.


*La idea de “la muerte del autor” aparece en el ensayo La muerte del autor del crítico literario francés Roland Barthes en 1968. Se definen obra y autor como dos entes diferentes e independientes, esto es, el autor y su biografía no sirven como explicación (o causa) máxima de la obra.
**La intertextualidad en una obra son las referencias que se hacen a otras obras o ideas previas.

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