viernes, 18 de noviembre de 2011

El temor de un hombre sabio


Sinopsis
El hombre había desaparecido. El mito no. Músico, mendigo, ladrón, estudiante, mago, trotamundos, héroe y asesino, Kvothe había borrado su rastro. Y ni siquiera ahora que le han encontrado, ni siquiera ahora que las tinieblas invaden los rincones del mundo, está dispuesto a regresar. Pero su historia prosigue, la aventura continúa, y Kvothe seguirá contándola para revelar la verdad tras la leyenda.
Crítica
Patrick Rothfuss nos ha sentado en la posada de la Piedra Guía convirtiéndonos en ansioso campesinos que esperan impacientes nuevas historias de Kvothe el Asesino de Reyes. Y esto es bueno y es malo.
Es bueno porque en este segunda día del relato de las aventuras del Edena Ruh, acudimos a la taberna, nos sentamos en la mesa con Bast y el Cronista y escuchamos al posadero pelirrojo desgranar poco a poco los sucesos que le han llevado hasta aquí.  Mientras tanto, comemos su tarta de manzana y bebemos su sidra, hasta este punto ha conseguido el autor introducirnos en la narración. Podemos imaginar sin mucha dificultad el olor y el calor de la chimenea y escuchar como la pluma rasga el papel mientras el Cronista va encerrando en él las palabras de Kvothe.

Volvemos a encontrarnos en la Universidad donde el protagonista sigue intentando continuar sus estudios como Arcanista y profundizar en la búsqueda de los Chandrian para vengar el brutal asesinato de su familia. Y sigue persiguiendo a Denna (y a su misterioso mecenas), que se escabulle de Imre continuamente pero que no deja de rondar jamás los pensamientos de Kvothe. Para él, ella es música. Y teniendo en cuenta que es un Edena Ruh, la música es como la sangre en sus venas. Quiero resaltar también la bella delicadeza de los diálogos que mantiene con Auri, la chica que habita los tejados de la Universidad y la Subrealidad. Cada conversación entre ellos es poesía sin rima pero cargada de sentimientos.
Desde luego, Ambrose no ha dejado de zancadillear la ya difícil vida del protagonista. Con su mezquindad habitual y como siempre trabajando desde las sombras, será capaz de hacerle mucho daño.
Por circunstancias que creo que es mejor que descubráis vosotros  mismos, este libro amplía notablemente el escenario del anterior. Viajaremos hasta Severen, donde Kvothe, como en las todas las buenas historias, le hará tres favores al maer Alveron, un personaje tan noble y rico como el mismísimo rey. Uno de estos favores nos mostrará algo que el pelirrojo dice en su propia descripción “He robado princesas a reyes agónicos. Incendié la ciudad de Trebon. He pasado la noche con Felurian y he despertado vivo y cuerdo. Me expulsaron de la Universidad a una edad a la que a la mayoría todavía no los dejan entrar. He recorrido de noche caminos de los que otros no se atreven a hablar ni siquiera de día. He hablado con dioses, he amado a mujeres y he escrito canciones que hacen llorar a los bardos. Quizá hayas oído hablar de mí.” Pero además vamos a descubrir a los Amere, un extraño pueblo guerrero que sigue el Lethani. ¿Qué es Lethani? Si fuese capaz de decirlo que directamente podría enfrentarme al Árbol espada y vestir el rojo. Creo que una comparación aceptable sería el Bushido de los samuráis japoneses. Lethani no es el camino a seguir, es lo que nos ayuda a elegir el camino.
Después de estas aventuras, se puede decir que por fin la leyenda de Kvothe el Sin Sangre, el Arcano, el Asesino de Reyes, empieza tímidamente a formarse.
Mientras tanto, a nuestro alrededor, en la mesa que compartimos con el Cronista y el fata, las cosas se van complicando. En palabras del propio Bast “el mundo está en llamas”. Sólo ha transcurrido un día, pero la noche cada vez es más larga y oscura.
Como he señalado al principio de la reseña, Patrick Rothfuss nos ha embelesado y llena nuestra mente de bellas historias y canciones. El lado negativo de eso es que parece que la historia principal, lo que yo considero la razón de ser de Kvothe, no termina de arrancar. Nos pone la miel en los labios y nos muestra mundos maravillosos, pero igual lectores menos pacientes pueden pensar que está tardando demasiado en darnos información importante.
Y también es posible que en ocasiones Kvothe sea demasiado. Demasiado listo, demasiado carismático, demasiado hábil, demasiado poderos. Da igual que peligro se interponga en su camino, que él será capaz de sortearlo. Y en algunas ocasiones puede parecer excesivo, pues en el fondo no deja de ser un huérfano de quince años.
Pero pese a esto, creo que no puedo negar que he leído con total entrega cada capítulo, pasando cada página ansiosa por descubrir cómo el autor me iba a sorprender. ¿Qué puedo decir? Es un libro totalmente adictivo, maravillosamente escrito y totalmente recomendable.
Ahora me quedo en la posada, esperando a que la troupé itinerante que será el próximo volumen de la historia de Kvothe, se despliegue ante mi mostrando el increíble espectáculo que Rothfuss es capaz de montar.

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