jueves, 21 de octubre de 2010

Recortes de mi vida


Recortes de mi vida, por Augusten Burroughs

Primero, el argumento/resumen:

Hijo de una aspirante a poeta inmersa en sí misma y de un profesor universitario muy frío y distante con un lado más oscuro que el de la luna, Augusten Burroughs ve cómo su mundo estalla a los doce años. Sus padres se separan porque la madre se enamora de otra mujer, y el niño acabará viviendo en la casa del doctor Finch, el muy peculiar psiquiatra de la señora Burroughs. Antes, Augusten había acompañado a su madre a la consulta y había visitado el masturbatorium, la salita destinada a la función que indica su nombre. Finch es una excéntrico producto de los años setenta, una combinación de psiquiatra, antipsiquiatra y psicoanalista delirante, un farsante y un seductor que vive en una gran y desvencijada casa con una familia extensa: su sufrida mujer legal, Agnes; sus mujeres no legales, sus hijas, y un hijo adoptivo de treinta y tres años, un pedófilo que antes de ser adoptado por Finch fue su paciente. Y en esta casa, donde los códigos de convivencia son la subversión de todo código, en esta microsociedad sin leyes ni tabúes, Augusten crecerá, será feliz y desdichado, descubrirá el amor y el sexo y unas cuantas cosas más, y se deslizará hacia la adultez.

Recortes de mi vida es una autobiografía que se lee como una novela de entrada a la vida, un esperpéntico y divertidísimo El guardián entre el centeno en versión gay, con un protagonista adolescente que mantiene una saludable ecuanimidad con respecto a todo y a todos, y la muy firme decisión de seguir al pie de la letra el consejo de Jules Renard con que se inicia el libro: en todo hay que buscar el ridículo, porque siempre se lo encuentra.

Augusten Burroughs es, sin duda alguna, mi autor favorito. Aunque tiene publicada una novela (Sellevision), es más conocido por sus memorias –seis hasta el momento. Recortes de mi vida es la primera de ellas.

Su narrativa engancha, es sencilla y fácil de seguir, cargada de un humor sarcástico y cruel. Augusten introduce al lector a un mundo que parece estar aparte del ‘normal’, donde los acontecimientos más extraños (surrealistas, se podría decir) ocurren de forma natural habitualmente; lo bizarro es la norma. Momentos memorables hay muchos, pero no los mencionaré por aquellos a los que les interese leerlo. Sólo diré una cosa: el techo –el clímax de la historia; 100% garantizado.

Trata temas bastante delicados: locura (de todos los colores y sabores, con inclinación hacia la esquizofrenia), abandono familiar, homosexualidad, drogas/medicación. Todo de manera orgánica y natural. Nada parece fuera de lugar, todos los eventos que se mencionan son tratados con la mayor sencillez y normalidad; el lector llega al punto de tener la sensación de que no está leyendo nada que no sucedería en cualquier familia.

¿El final? El final sólo da ganas de leer más libros suyos –no me atrevo a decir 100% garantizado, pero sí 80% garantizado.

Y para acabar, mencionar que ha habido controversia acerca de si todo lo que Augusten cuenta es cierto, exagerado o inventado. Personalmente, me encuentro en el grupo que piensa que la historia es cierta pero hiperbólica, aunque no intencionadamente: Augusten es una persona un tanto exagerada que se fija en los aspectos menos favorecedores de la personalidad del prójimo. Esto, por otro lado, lo hace incluso más divertido –no quiere esto decir que no haya elementos dramáticos o epifanías, porque el libro está lleno, pero están hábilmente entretejidos con los pasajes cómicos.

Si gusta el libro e interesa, hay una versión cinematográfica, pero, como todo el mundo sabe, las películas siempre son peores que los libros y, en este caso, mucho peor. Lo único salvable de la cinta es la interpretación de Evan Rachel Wood y el simple hecho de que aparezca enseñando la cara. Sinceramente, una decepción de película, quedaos con el libro.

PD: más libros de Augusten otro día, probablemente; hay donde elegir.

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